El ecodiseño es el que marca el punto de partida de todo el proceso, antes de que la lata llegue al supermercado. La innovación en el diseño es un aspecto fundamental en las latas de bebidas para reducir el uso de materias primas. El formato y características de este envase poco se parece al original, que nació hace 85 años.
Gracias a todas las mejoras que este envase ha experimentado en las últimas décadas, una lata de aluminio pesa entre 12 y 13 gramos. Una fabricada con acero, 22. Este tipo de envases han disminuido su peso un 30% en los últimos 30 años sin perder resistencia. Esto, sumado a sus características, que se han ido perfeccionando en base a criterios sostenibles, hacen que sean fácilmente transportables en grandes cantidades, reduciendo las emisiones de C02 en su trayecto y, por tanto, contribuyendo a combatir el cambio climático.
20 AÑOS DE CONTENEDOR AMARILLO
Los contendores amarillos, que ahora son parte del paisaje urbano, aparecieron en nuestras calles hace algo más de 20 años. Todo un punto de inflexión en materia medioambiental, que vino acompañado de importantes campañas de sensibilización.
Todo ello ha logrado que actualmente en España se reciclen 8 de cada 10 latas y, según datos de la Asociación de Latas de Bebidas, el último año alcanzamos una tasa de reciclado del 86%. Sin embargo, aún hay margen para mejorar. Pablo García, director de Cada Lata Cuenta en España, apunta a que el reciclaje selectivo es clave para alcanzar la tasa del 100%: “Con un simple gesto como depositar la lata en el contenedor amarillo, garantizamos que se recicla al 100%, garantizando una economía totalmente circular”.
SEPARACIÓN Y RECICLAJE APUESTAN POR LA INNOVACIÓN
Si el ciudadano ha depositado su lata en el contenedor amarillo, aquí comienza la verdadera transformación del envase. Los camiones recogen los envases y estos se transportan hasta las plantas de selección. Allí se separan por materiales: los envases de acero se seleccionan con imanes, y los de aluminio con corrientes de Foucault, una innovadora técnica que facilita la separación.
Tras la separación, se compactan creando balas para su transporte a fundición. Finalmente, en hornos a 700 ºC se funden para crear láminas que serán la materia prima para nuevas latas u otros objetos metálicos. En este proceso, y dadas las características propias del metal, no se pierde material, por lo que siempre se recicla el 100% de cada envase.
Prueba de la versatilidad de este material es que 80 latas de bebidas recicladas equivalen al material necesario para fabricar una llanta de bicicleta.
MENOS CONSUMO ENERGÉTICO, MISMA CALIDAD
El proceso de reciclaje de latas se puede repetir infinitamente, ya que estos envases se reciclan una y otra vez sin perder calidad. Así, de una lata reciclada se pueden fabricar múltiples objetos de aluminio o acero.
Además, separando las latas de bebidas luchamos contra el cambio climático y fomentamos la economía circular. Gracias a su reciclaje, se reduce un 70% el consumo de agua y un 95% el consumo de energía, en comparación a fabricar una lata de nuevas materias primas.
De hecho, según el Análisis de Ciclo de Vida realizado por Metal Packaging Europe, la huella de carbono de las latas de bebidas se ha reducido en promedio un 31% entre 2006-2016. Esto ha sido posible gracias a factores como las continuas mejoras en los procesos de fabricación, la reducción del peso de la lata o el incremento de la tasa de reciclaje de envases.
Por eso, fechas como el Día Mundial del Reciclaje, celebrado cada 17 de mayo, son una ocasión perfecta para recordar que “Reciclar latas es en definitiva una forma inteligente de luchar contra el cambio climático”, tal y como explica Pablo García.
Fuente: www.residuosprofesional.com
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