Investigadores españoles e italianos han optimizado el proceso de adhesión de este material vegetal biodegradable a la celulosa y de esta forma han mejorado su capacidad envolvente. Su uso sustituiría los componentes químicos que actualmente revisten el interior de estos envases.
Los científicos han logrado aplicar un bioplástico obtenido a partir de residuos del fruto del tomate para su uso como recubrimiento interior de latas de bebida y de conserva. Y lo que es más importante: han demostrado la viabilidad de este film biodegradable como materia prima en la producción del recubrimiento interior de estos recipientes, así como para otras aplicaciones relacionadas con el sector de la cosmética.
Para ello, los investigadores han dado un paso más y han conseguido sintetizar las propiedades físicas y químicas de esta material natural, lo que permitirá a partir de ahora fabricarlo en el laboratorio e igualar sus características naturales (permeabilidad del agua, así como la capacidad para retenerla e impedir la entrada y salida de gases).
“Otra de las ventajas de esta poliéster natural y que hemos recreado idénticamente es su viscosidad y elasticidad, lo que permite su adaptación a la superficie“, explica el investigador de la Universidad de Málaga Antonio Heredia, responsable de este estudio. Además, este plástico sintético es inerte, es decir, no responde ante reacciones químicas, e inocuo. “A todo ello, habría que sumarle su condición biodegradable, un factor indispensable por su impacto medioambiental”, apunta Heredia.
Pero… ¿cuál su utilidad en el ámbito de la industria cosmética? “En el sector de la cosmética hay cremas y emulsiones que se venden en pequeñas cantidades dentro de frascos o tarros, generalmente de plásticos convencionales. Nuestra propuesta apunta hacia la posibilidad de introducir estos productos en recipientes fabricados a partir de este bioplástico, que además son buenos envolventes. De este modo, al ser un material biodegradable, una vez acabado el frasco, se podría desintegrar fácilmente”, sugiere Heredia.
Fuente: Fundación Descubre
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